La vieja estación de metro de Chamberí, Madrid

La vieja estación de metro de Chamberí, Madrid

 Con este nombre se conoce en Madrid a la mítica viaja estación de metro de Chamberí. Esta estación se construyó en 1919 y formó parte de de la primera línea de metro de la capital española. Situada entre las estaciones de Iglesia y Bilbao, funcionó a pleno rendimiento hasta 1966, cuando se decidió aumentar el tamaño de los trenes en esta línea, y esta estación, al estar situada en una curva, no pudo ampliarse para dar servicio a los nuevos tiempos y fue clausurada.chamberi21

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Durante más de cuarenta años, este mítico lugar del metro madrileño ha permanecido paralizado en el tiempo, en la oscuridad y el silencio del subsuelo de una gran ciudad, que ha evolucionado desde entonces para convertirse en una gran metrópolis. Durante cuatro décadas, tan solo los ojos más perspicaces de los usuarios del metro, podían ver de forma fugaz los antiguos andenes alicatados con azulejos blancos y grandes anuncios publicitarios de tiendas que hace mucho que dejaron de existir, y de productos que tan solo los más viejos conocen.

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Pero la historia de la vieja estación de Chamberí no tiene un final triste como la mayoría de los lugares y edificios míticos que son presa del abandono. En 2006, Metro y ayuntamiento de Madrid, ponen en marcha el proyecto Andén 0, para rehabilitar esta vieja estación junto con la Nave de motores de Pacífico, que fue una estación eléctrica que dio servicio al Metro de Madrid durante muchos años y que fue clausurada en 1972. Ambos lugares lucen hoy con el esplendor de sus mejores tiempos y, a modo de museo, (ningún metro hace parada allí)  se pueden visitar de forma gratuita sus pasadizos, taquillas y andenes, para dar un salto temporal, y poder contemplar la belleza de esta estación, obra del arquitecto Antonio Palacios, que se inspiró en las estaciones parisinas para su construcción. Se han cuidado todos los detalles en la restauración, las cúpulas, el mobiliario y todos los carteles antiguos se han mantenido al máximo, e incluso unas luces amarillentas, parpadean al paso de los trenes. 

Como no, las características del lugar han dado pie a muchas y variadas leyendas en los últimos años. No son pocos los que aseguran haber visto, a través de las ventanas y al paso veloz del metro por aquel lugar, a antiguos pasajeros apostados en los oscuros andenes, a la espera de un tren que nunca llegará.